Unidad 4. Conocimiento abierto
Actividad 4
El programa o, más bien, el sistema educativo que analicé en la Unidad 1 fue el del Bachillerato a distancia (B@UNAM) de la UNAM.
La razón de mi elección fue que en él se imparten dos asignaturas de corte filosófico, a saber, “Lógica para la solución de problemas” y “Dialógica argumentación”, las cuales se relacionan con mi formación profesional y con la materia que imparto en la ENP, es decir, lógica.
En su momento aclaré que conozco ese sistema más bien desde fuera pues para juzgarlo sólo me baso en los materiales que se encuentran en línea así como comentarios que he escuchado por parte de quienes han participado en él ya sea como asesores y como estudiantes.
En cuanto a la primera pregunta “¿crees que es vigente ese modelo?”, creo que en parte pues ya va tiene cerca de diez años de existir y, por ejemplo, los programas de estudios para las asignaturas no han sido modificados. Creo que quienes participan en él se han dedicado más a ponerlo en práctica y extenderlo que a revisarlo y renovarlo.
Sobre la segunda cuestión “¿cuál crees que sea el impacto que tenga en la sociedad a corto y mediano plazo?”. La respuesta debería ser que su impacto en nuestra sociedad podría ser mucha pues la idea de sistema es hacer llegar la calidad de la educación que imparte la UNAM a personas que, por diversas razones, por ejemplo, geográficas, no la pueden recibir de otra manera. A largo y mediano plazo debería ayudar a superar la falta de cobertura del bachillerato o la educación media superior en nuestro país, pero, también, como se infiere de lo que ya mencioné, también tendría que permitir solventar las diferencias de calidad entre los diferentes sistemas y escuelas en ese nivel educativo.
“¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?”, pues, bien, la principal fortaleza es formar parte de la UNAM, pero entre las debilidades las dos principales ya las había señalado.
La primera es que aunque la educación a distancia en algunos casos supone mayor capacidad por parte de los estudiantes, en términos reales el Bachillerato a distancia de la UNAM recibe a alumno de nuestro país y del extranjero que han sido rechazados de sistemas presenciales o que han desertado de ellos debido a carencias de todo tipo: desde académicas hasta económicas. Es decir, en la práctica, un sistema fue creado para un tipo de alumnos, justamente, con capacidad para autoestudio y haciendo uso de TICs, por razones prácticas e incluso políticas, ha terminado por estar dirigido a otro tipo de estudiantes, que quizá necesitarían más uno presencial. En concreto, en nuestro país se está utilizando la educación en línea para cumplir, en apariencia, la demanda en el bachillerato y la cobertura que se debería tener en ella.
Desde luego, no estoy afirmando que en el Bachillerato en línea no haya ningún alumno capaz y que egrese bien preparado: eso no sólo sería falso sino, de entrada, absurdo. Lo que digo es que incluso en los sistemas presenciales, como los de la ENP y el CCH, la deserción es alta y el nivel de aprovechamiento es bajo, por lo cual en un sistema más exigente como lo es, en mi opinión, uno que es a distancia y en línea, los resultados pueden ser iguales e, incluso, peores.
Mi experiencia personal es que no siempre los asesores en línea están preparados adecuadamente para cumplir su labor ya que no sólo deben poseer conocimientos de la disciplina o asignatura sobre la que asesoran y conocimientos tecnológicos para poder ayudar a los estudiantes sino que deben contar con conocimiento y experiencia en las relaciones humanas a través de recursos tecnológicos. Ahora bien, es muy difícil que los profesores cuenten ese conocimiento y experiencia pues apenas desde unos años se está investigando al respecto. No quiero exagerar, pero no sólo lo estudiantes sino, igualmente, los profesores son aprendices en esos sistemas.
La otra debilidad del sistema es que los asesores tampoco se encuentran entre los mejor preparados, con más conocimientos o experiencia en la UNAM, sino, al contrario, profesores que no han podido conseguir un mejor puesto en otros sistemas o que sólo ven su participación en un sistema a distancia como una fuente de ingreso extra. Otra vez aclaro: no estoy negando que haya excepciones, pero creo que en la mayor parte de los casos lo que estoy diciendo es cierto. Un hecho es claro: hasta donde sé, todavía no hay profesores de tiempo completo en el Bachillerato a distancia de la UNAM, sino sólo asesores que se contratan por curso, es decir, que ni siquiera son de asignatura. A lo que me refiero es que en el CCH y la ENP hay profesores de asignatura definitivos y que, gracias a su antigüedad, pueden ir conservando y mejorando su horario y, con ello, su situación académica y laboral.
Me parece que el principal reto que enfrenta el Bachillerato a distancia es que, sin perder las características que lo distinguen, precisamente, ofrecer educación a distancia y en línea, consiga ofrecer la misma calidad de atención que se le puede dar a un estudiante en un sistema presencial.
La educación a distancia y en línea no debe ser vista como la última opción tanto para los estudiantes como los profesores que no han podido ingresar a un sistema escolarizado, sino como le mejor opción disponible tomando en cuenta las características y cualidades de dichos estudiantes y profesores.
En efecto, habrá profesores y estudiantes que se desempeñen mejor en un sistema abierto y en línea que en uno presencial. Pero lo contrario también es cierto: algunos de los estudiantes y alumnos que se beneficiarían más con un sistema presencial, por cuestiones extraacadémicas, principalmente económicas, se ven orillados a pertenecer a uno en línea.
Lo anterior puede parecer muy poco “pedagógico” o, de plano, extra-educativo, pero mi experiencia es que ese tipo de cuestiones reales y concretas son las que terminan pesando más en los resultados que se obtienen en un sistema educativo.